Mi afición por la literatura inició en 1999 cuando iba en primero de secundaria. A mediados del año escolar nos cambiaron a la titular de español y llegó una maestra de origen ibérico. Nos hizo leer “La noche boca arriba” de Cortázar y me explotó la cabeza, no tenía idea de lo que se podía hacer a través de las letras. Desde entonces los libros siempre han estado conmigo, han sido un salvavidas en los momentos más difíciles por los que he pasado. Concuerdo sobremanera con lo que menciona Juan Villoro en “El libro salvaje”, nosotros no elegimos a los libros, éstos nos escogen a nosotros.
En los semestres finales de la licenciatura Ciencias de la Comunicación, cursé la materia titulada Literatura Universal del Siglo XIX. Leímos un cuento del escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne, titulado “Wakefield”.
Hawthorne narra la historia de un hombre llamado Wakefield que decide abandonar temporalmente a su esposa sin avisarle. Un día, simplemente sale de su casa con una excusa y alquila un apartamento a pocas calles de su hogar. Aunque su intención inicial es regresar en unos días, Wakefield termina prolongando su ausencia durante veinte años. Durante este tiempo, observa la vida de su esposa y su hogar desde la distancia, como un extraño espectador de su propio entorno familiar.
A lo largo del cuento, el autor explora temas de identidad, egoísmo y la desconexión de la vida cotidiana. Finalmente, un día, sin ninguna razón aparente, Wakefield regresa a casa y retoma su vida como si nada hubiera pasado. La historia deja una impresión duradera sobre el impacto de la monotonía y las decisiones aparentemente insignificantes que pueden alterar el curso de la vida de manera significativa.
Guardando proporciones, me ocurrió algo similar a lo que narra el autor norteamericano en el cuento. Durante casi una década me alejé de Facebook. En 2015 me sentí abrumado por el mundo digital, decidí darme un break de unos meses, éste duró nueve años y medio. Por supuesto que me daba curiosidad qué estaba pasando, además tengo muchos “amigos” con los cuales sólo tengo contacto a través del Caralibro, se me fueron una infinidad de cumpleaños de gente cercana pero también tuve mucha tranquilidad. Hace unas semanas regresé a FB, sentí a la red social más violenta, quizás sea por la época política en la que vivimos. Hubo personas que se alegraron de mi retorno y muchas otras que no se percataron que me fui. Lo cierto es que con las redes sociales pueden incrementar los niveles de ansiedad de quienes las utilizan.
Hay varios estudios que indican que el uso de las redes sociales puede estar relacionado con ansiedad en algunos individuos. Los resultados no siempre son concluyentes y la relación puede depender de varios factores, como la personalidad del usuario, el tipo de uso que se hace de la plataforma en cuestión y el contexto social en el que se encuentra. La mayoría de los estudios concluyen lo siguiente:
Las redes sociales pueden llevar a las personas a compararse con los demás, lo que puede resultar en sentimientos de insuficiencia y ansiedad. Aunque las redes sociales facilitan la conexión, a menudo estas interacciones pueden ser superficiales, lo que puede aumentar el sentimiento de soledad en algunas personas. La posibilidad de ser víctima de ciberacoso también ha sido ligada a problemas de salud mental. Pasar demasiado tiempo en redes sociales puede interferir con actividades diarias saludables, como dormir o participar en interacciones cara a cara, contribuyendo así a la ansiedad.
Algunas investigaciones también sugieren que un uso consciente y moderado de las redes sociales puede tener efectos neutrales o incluso positivos en el bienestar social. Tanto en el mundo físico como en el digital, lo más importante es la moderación y el equilibrio.
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Saludos intergalácticos, El Chico Vaspec.
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