Corría el año de 1989, yo tenía tres años cuando ingresé, por primera vez, a la escuela. Me uní a las filas del CENDI Arcoiris en la delegación Benito Juárez del otrora Distrito Federal. Fui el primer nieto del lado materno, todo lo que yo hacía era motivo de júbilo y algarabía, también los sucesos se documentaban fotográficamente. Mi tía Nona acompañó a mis padres al magno evento y nos tomó una fotografía en la fachada del centro educativo. Mi tía abuela les hizo prometer a mis progenitores que cuando yo ingresara al bachillerato, tomarían una fotografía similar.
El kinder y la primaria los pasé de manera tranquila, sin mayores sobresaltos. Todo cambió cuando ingresé a la secundaria, sufrí lo que hoy en día conocen como “bullying”. Me tardé mucho en crecer, en primero de secundaria era un verdadero pigmeo y los que poseían mayor talla me agarraron de su puerquito. Los tres años de ese nivel educativo fueron una verdadera pesadilla para mi. La preparatoria lucía esperanzadora para mi porque todos proveníamos de distintas secundarias.
Unos días antes de entrar al bachillerato mis padres me recordaron la promesa con mi tía Nona. En mi mente, después del fiasco que había sido la secundaría, una fotografía con mis padres afuera de la prepa el primer día de clases podría ser el acabose. Después de un buen drama familiar, llegamos al acuerdo que la fotografía se tomara muy temprano, pero muy temprano. A mediados de mi primer año en la preparatoria, unos tontos me dijeron que conocían mi secreto del primer día de clases y si no quería que éste fuese revelado les tenía que comprar papitas en la cooperativa; se las piché durante algunos recreos. Mi secreto nunca salió a la luz de manera masiva. La pasé de maravilla los tres años de bachillerato y los amigos más cercanos que hice en esa etapa, siguen siendo mis mejores amigos.
En el año 2001 salían al mercado en México las primeras cámaras digitales, el teléfono celular más moderno era un Nokia con el juego de la viborita y no pasaba por nuestras mentes la existencia de las redes sociales. Gracias a esto la fotografía de la que les hablé anteriormente, queridos vaspec-citos, quedó en un álbum fotográfico físico que está arrumbado en algún closet. En el año 2024, la realidad es muy distinta.
“Sharenting” es un término que combina las palabras “share” (compartir) y “parenting” (crianza). Se refiere a la práctica de los padres de compartir en redes sociales e internet fotos, videos y otros detalles sobre la vida de sus hijos. Aunque esta práctica puede mantener a amigos y familiares informados sobre el crecimiento y actividades de los niños. Ésta también ha suscitado preocupaciones sobre la privacidad y el consentimiento, ya que en muchos casos los niños no tienen control sobre cómo se comparte su información personal en línea.
El 56% de los padres comparten información que sus hijos podrían considerar vergonzosa, el 51% otorga datos que pueden dar con la localización de sus vástagos y el 27% sube fotografías no apropiadas.
Es necesario que los padres garanticen la ciberseguridad de sus críos, así como su derecho a la privacidad. Resulta de vital importancia saber lo siguiente: nada desaparece de internet, cualquier foto de infante puede utilizarse como contenido para adultos y, finalmente, en un futuro los hijos podrían demandar a sus padres por la información que compartieron cuando éstos eran menores de edad.
Hoy en día nos enfrentamos a situaciones con las que no habíamos lidiado anteriormente, por lo tanto, es importante considerar los siguientes puntos:
Ajustar las configuraciones de privacidad de las redes sociales para compartir publicaciones sólo con amigos y familiares de confianza, en lugar de hacerlas públicas.
A medida que los niños crecen, es importante pedirles su opinión y consentimiento antes de compartir su información o imágenes en línea.
Evitar publicar datos personales o sensibles como la dirección, el nombre completo, la escuela o cualquier otra información que pueda comprometer la seguridad del niño.
Ser selectivo con las imágenes y videos que se comparten, asegurándose de que no sean vergonzosos o inapropiados para el futuro del niño.
Hablar con los niños sobre la importancia de la privacidad en internet y enseñarles a manejar su propia presencia en línea de manera responsable cuando estén en edad de hacerlo.
Pensar detenidamente sobre las potenciales repercusiones futuras y preguntarse si esa publicación podría afectar al niño más adelante.
Si se toman las precauciones adecuadas, los padres pueden proteger de mejor manera la privacidad y el bienestar de sus hijos en el entorno digital.
¿Qué esperas para aliarte a Vaspec?
Saludos intergalácticos, El Chico Vaspec.
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